Martie y la fábrica de malla de alambre

Cuando era niña, vivía en una zona rural polaca y era una experta para vender en el quiosco de chuches de la escuela. Por supuesto que me comía una parte de las ganancias, pero esto es no es más que una divertida anécdota... Hoy en día me dedico a un negocio completamente distinto (productos de mallas de alambre), y es una experiencia instructiva. Pero a veces vuelvo a sentirme como aquella pequeña vendedora de chuches, porque una de mis tareas favoritas en el trabajo es bajar a la fábrica. Entonces siento una tensión similar a la que experimentaba en los viajes escolares, o para poner un símil aún mejor: me siento como un personaje de Charlie y la fábrica de chocolate, el maravilloso libro de Roald Dahl. Hay mucho por ver y cada vez descubro algo nuevo. Así que hoy quiero llevarte conmigo de viaje a mi lugar mágico favorito, el lugar donde se crean nuestros paneles de malla.

El portal al país de las maravillas

El primer ritual es ponerse todo el equipo de seguridad en la entrada a la zona de producción. El ruido de las máquinas trabajando ya me da la bienvenida. Cada vez veo nuevas cosas surigiendo en esta planta de producción que esta en constante crecimiento. Cuando llego al lugar donde se producen los paneles de malla, Eric me da la bienvenida con una gran sonrisa. Siendoles sincera, es el único ser humano que hay por aquí, porque la producción es totalmente automatizada. El auténtico proceso de producción comenzó, por supuesto, mucho antes, cuando mi cliente dibujó un boceto, realizó el pedido y todo se envió a la fábrica sin ningún tipo de intervención humana (y – por desgracia, he de decir – en la fábrica tampoco hay Umpalumpas).

Desde un sencillo hilo hasta convertirse en un panel

La producción es como un ballet en el que los/las bailarines/as son grandes máquinas, cada una tiene su función, posición y tiempo. Un panel de malla está compuesto por perfiles laterales y perfiles tubulares y por hilos metálicos colocados transversal y longitudinalmente. Todo empieza con una sencilla bobina de hilo. Los hilos transversales y longitudinales se enderezan y se cortan a una longitud predeterminada. A continuación, se sueldan hasta convertirlos en una malla con el formato deseado.

El perfil lateral se hace con una chapa en una máquina perfiladora. En primer lugar, se perforan los huecos que se utilizan para fijar el panel al poste. Luego la placa se mueve y se le da forma gradualmente a través de una serie de rodillos. Por último, el perfil se corta a la longitud deseada. El perfil lateral y la malla soldada convergen en la máquina y se sueldan de manera conjunta. El perfil tubular está diseñado de la misma manera, también con chapa a la que se le da forma. Converge con el perfil de la malla y el lateral en el último proceso de soldadura en la máquina. Todo ello es un trabajo de colaboración perfecta entre máquinas y robots. Tengo que decir que es bastante decepcionante que un robot no se parezca en nada a R2-D2 o C-3PO.

Los distintos componentes del panel han pasado a ser ahora un solo panel, que se desplaza hacia adelante en la máquina, ahora a una estación de gradación del pulido donde se eliminan los bordes afilados. Por último, el panel llega a una estación donde se calibra. Ahora el panel está listo y recibe un marcado con su ID. Esto es así por motivos prácticos: si surge algún problema, se podrá identificar de manera sencilla. El robot, llamémosle G3-D3, coloca luego de forma inteligente los paneles en palés para ahorrar espacio.

Soluciones que viajan por todo el mundo

Hoy en día ya no ofrecemos productos estándar, ofrecemos soluciones. Hacemos realidad los proyectos de nuestros clientes. Los diversos parámetros de un panel vienen determinados por el cliente: alto, ancho, tamaño de la malla, diámetro del hilo, especificaciones del agujero y color. Esto quiere decir que podemos fabricar un número prácticamente ilimitado de variantes de paneles. La producción es dinámica, no hay tiempo preparativos. Pero en esta increíble habilidad es donde radica también el reto. Donde antes teníamos programas estándar para productos estándar, ahora debemos desarrollar programas dinámicos que tengan capacidad de aprender por sí mismos.

Cuando eché un vistazo a la producción esta vez, vi paneles de malla rosa brillante rodando por la cinta. Pronto el transportista vendrá a recogerlos y los llevará a Italia. ¿No es increíble? Yo, la niña polaca vendedora de chuches, veo delante de mí productos que se producen en Värnamo, Suecia, de todos los lugares. Productos que luego se envían al resto del mundo. Hace que me sienta una ciudadana del mundo.

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Garantell